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de Mauricio Kartun
Sacco y Vanzetti
de Mauricio Kartun
Dramaturgia sumaria de documentos sobre el
caso
Un espacio despojado. Planos a distintas
alturas que oportunamente iluminados permitan la transición rápida de un
espacio a otro. Luces y penumbras entre las que se ocultan y se descubren los
personajes, deambulando por allí. Siempre presentes. Sacco, Vanzetti, Rosa,
Stewart, Katzmann, Thompson, Thayer, Luigia, Medeiros, y los testigos.
UNA VOZ: Mil novecientos dieciséis:
Sentencias a veinte años de prisión a dirigentes del movimiento obrero
norteamericano sin mas delito que su afiliación a los sindicatos de la I.W.W.,
Trabajadores Industriales del Mundo.
Mil novecientos diecinueve: Son expulsados de
Estados Unidos centenares de obreros. En Montana, en las minas de cobre, se
disponen destierros en masa al desierto, y prisión a miles de huelguistas.
Mil novecientos veinte: Son apresadas mas de
ocho mil personas, y en las calles de Boston se las obliga a desfilar
encadenadas.
Solo en las dos primeras décadas de este
siglo ingresan a Estados Unidos mas de tres millones de inmigrantes.
(Silencio.)
BARTOLOMEO: (Solo. Una carta.) Norteamérica.
Gennaio 1920. Signorina Luigia Vanzetti. Villafalleto, Italia. (Una luz
descubre a Luigia que lo escucha cargada de nostalgia.) Querida hermana: Aquí
estoy de vuelta en la ciudad. Compré por fin el carro y la balanza para vender
pescado (Evoca.) (Pesce...! (Pesce fresco...! (Frutti di mare...! Los
cuchillos de filetear ya los tenía. Me ha ido bien las primeras semanas aunque
ahora con la nieve, ya no se puede trabajar a la intemperie. Tomé el toro por
los cuernos y me coloqué de albañil en una obra, aunque tampoco en esto las
cosas andan bien: el cemento escasea por la huelga ferroviaria que se mantiene
desde hace meses. Así son las cosas en América. Seguramente tengas razón, y la
tenga papá...
LUIGIA: Bartolo... Con quei soldi del
carretto abresti potuto prendere il biglieto di ritorno...
BARTOLOMEO: ...Seguramente tengas razón, si.
Quizá lo haga el año que viene si junto lo suficiente. Al fin y al cabo no será
mucho lo que deje aquí: amigos, eso sí, y unos cuantos baldes de sudor. De
todos modos estoy, como te he contado, tanto mejor que entonces, cuando llegué.
La gente ahora se anima a pedir por lo suyo, y vieras: a algunos ya no nos
tratan como animales. De aquellos días sí ya no quiero acordarme. De dormir a
la intemperie y andar revolviendo tachos para encontrar una hoja de repollo o
una manzana picada. Tres meses recorriendo Nueva York sin conseguir trabajo
hasta que aquel paisano piamontés me llevó con él de pinche a la cocina de un
club. La despensa ni tenía ventanas. El vapor del agua para lavar las cacerolas
formaba en el techo unas gotas como piedras que nos caían sobre la cabeza todo
el día. El calor de los hornos te ampollaba las piernas. Las piletas no tenían
desagüe, el agua caía al piso y corría hasta una rejilla. Cuando se tapaba, se
inundaban las plataformas de tabla y nos empezábamos a resbalar en el barro que
se hacía. Trabajábamos doce horas un día, catorce el otro. Las salidas eran de
cinco horas cada dos domingos. Comíamos lo que sobraba y dormíamos ahí mismo.
(Seis dólares por semana!. Comparado con aquello lo de hoy hasta parece humano.
Nicola Sacco, el compañero del que te hablé, se vuelve a Italia con toda la
familia. Ellos también me quieren convencer, y quizá entre todos lo estén
consiguiendo. Querida Luigina: saludos en mi nombre a todos los amigos y
vecinos. Besos a las tías, a Ettore, a Cencina, a Nalín y familia, y a papá.
(Quedan mirándose un último instante.)
LUIGIA: (Susurra.) )E a me...?
BARTOLOMEO: Mille baci e tanto affetto. Tuo.
Bartolomeo Vanzetti.(Oscuro sobre él.)
NICOLA: (En lo más alto. De cara al cielo.
Rosa lo observa.) Subo a la terraza para poder ver las estrellas... Rosa, si lo
contamos en Torremaggiore se hacen cruces... ¡En Norteamérica el cielo no se
ve! Desde la calle apenas si se puede ver alguna. (Un tiempo.) No me
acostumbro... Me duelen los ojos. )Podrá ser...? Los primeros años no me daba
cuenta. Lo sentía pero no me daba cuenta. Lo descubrí aquella mañana que
cruzamos el puente a pie: A los paisanos que miraban lejos, se les aclaraba la
vista. Desde aquí, Rosa... Ahí hay demasiados cables, no tiene gracia. Antes
esas cosas se enterraban: los caños, los cables... Ahora te los cuelgan sobre
la cabeza (Qué manía! Van a terminar tapándose el cielo. )Se durmió Dante ya?
(Rosa no contesta. Un tiempo.)
ROSA: No vayas Nicó. No quiero.
NICOLA: Para eso subiste.
ROSA: Sí.
NICOLA: Ya te lo dije que no hay ningún
peligro ni...
ROSA: (Interrumpe.) Bartolomeo estuvo acá. Me
contó.
NICOLA: No quería que te asustaras.
ROSA: )Quién era?
NICOLA: No importa.
ROSA: Importa.
NICOLA: Salsedo. Otro compañero. Se tiró por
la ventana en la oficina de policía. Lo estaban interrogando. Tienen una lista.
Estamos preocupados. Habría que avisarle a esa gente para que esté prevenida,
sacar un material de propaganda que hay.
ROSA: No vas a ir.
NICOLA: Rosa...
ROSA: Que vaya otro. Otro que no tenga
familia.
NICOLA: Como si fueran tiempos estos para que
esté uno en la casa prendido a las faldas de la mujer...
ROSA: La gente nos mira mal. Ya por italianos
nos mira mal... )Qué necesidad...? (Tenemos dos hijos!
NICOLA: )Y por quién si no?. )Hay alguna otra
forma en este calvario para que algún día estén mejor...?
ROSA: Si. Volvernos.
INCOLA: Paciencia... El consulado tiene todo
listo. Como si eso cambiara las cosas. Aquí o allá...
ROSA: Acá no nos quieren.
NICOLA: (Duro.) Allá tampoco. (Pausa.)
Rosa... (Un tiempo. Finalmente Rosa le concede un gesto de desconsolada
aprobación. Se ilumina un espacio en el que Bartolomeo observa sus pertenencias
que son inventariadas por el teniente Stewart.) Me voy a cuidar.
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