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de Roberto Perinelli
Miembro del Jurado
de Roberto Perinelli
Tenemos la involuntaria tendencia a hacer
rodar una pelota de fútbol antes de darle un puntapié.
PERSONAJES:
MEJIA
SIMON
ESTER
EL CUARTO DONDE SE DESARROLLA LA ACCION ESTA
UBICADO EN EL PRIMER PISO DE UNA CASA VIEJA. LA PUERTA DE ENTRADA SE HALLA A LA
IZQUIERDA, EN UNO DE LOS LATERALES, Y ABRE HACIA EL DESCANSO DE UNA ESCALERA
QUE CONDUCE A LA CALLE. ADEMAS CUENTA CON UNA VENTANA QUE DA AL EXTERIOR,
CERRADA EN ESTOS MOMENTOS.
EN EL MISMO LATERAL DONDE SE ENCUENTRA ESTA
PUERTA DE ENTRADA SE UBICA UNA PEQUEÑA COCINA, SEPARADA POR UNA PARED CON UNA
ABERTURA SIN PUERTA DEL AMBITO PRINCIPAL. EN EL LATERAL CONTRARIO, OTRA PARED
SIN PUERTA, EN REALIDAD UNA PEQUEÑA ARCADA, CONDUCE A UN SEGUNDO CUARTO,
DEPENDIENTE DEL PRIMERO, USADO COMO DEPOSITO; ALLI, AL FONDO, EN LA OSCURIDAD,
SE HALLA EL BAÑO.
EL RECINTO SE UTILIZA COMO TALLER DE
CERRAJERIA. ESTANTERIAS Y VARIOS MUEBLES DE CAJONES, ARRINCONADOS CONTRA LAS
PAREDES, COBIJAN HERRAMIENTAS Y ELEMENTOS AFINES CON LA ACTIVIDAD. SE SUMA UNA
LARGA MESA, UBICADA EN EL CENTRO, CON UNA MORSA DE HIERRO INSTALADA EN UN
EXTREMO. DEL TECHO CUELGA UNA UNICA LUZ, DESTINADA A ILUMINAR LA MESA DE
TRABAJO Y, COMO CONSECUENCIA, EL RESTO DE LA HABITACION. EL AUSTERO MOBILIARIO
SE COMPLETA CON ALGUNAS SILLAS; SE PUEDE ADVERTIR QUE LA MITAD, POR LO MENOS,
PRESENTAN DETERIOROS QUE LAS HACEN INUTILIZABLES.
TODO ES GRIS, SUCIO DE MUGRE: LAS PAREDES
MANCHADAS, LAS PUERTAS Y LA VENTANA SUCIAS DE GRASA ALREDEDOR DEL PICAPORTE Y
DE LA FALLEBA, LOS VIDRIOS OPACOS A CAUSA DE LA TIERRA ACUMULADA.
UN TELEFONO PERMANECE SOBRE UNA REPISA
COLGANTE, UBICADA ESTA EN UN RINCON.
MEJIA ENTRA AL RECINTO. RESPIRA AFANOSAMENTE,
FATIGADO, CONSECUENCIA DE HABER TENIDO QUE CORRER PARA LLEGAR HASTA AQUI Y,
PARA COLMO, VERSE EN LA OBLIGACION DE TREPAR LA ALTA ESCALERA DE LA CASA. DEJA
LA PUERTA ABIERTA A SUS ESPALDAS, MIENTRAS INVITA CORDIAL, PERSUASIVO -SIEMPRE
ENTRECORTADO POR LA FATIGA- A ALGUIEN QUE LLEGA DETRAS SUYO.
MEJIA : Pase, pase... Ya llegamos.
MEJIA, QUIEN VISTE PANTALON Y CAMISA, GUARDA
LAS LLAVES EN EL BOLSILLO Y DETIENE SU INTENCION DE SEGUIR CAMINO HACIA EL
DEPOSITO CONTIGUO, ADVERTIDO DE QUE SU ACOMPAÑANTE, TAMBIEN MUY FATIGADO,
PERMANECE EN EL UMBRAL, HACIENDO CASO OMISO DE LA INVITACION. GIRA Y LO MIRA
INTERROGANTE.
SIMON : ¡Ufff, qué corrida! Uno ya no está
para estos trotes... No sé usted, pero lo que es yo... (ADVIERTE QUE MEJIA
SIGUE MIRANDOLO, A LA ESPERA. SE EVADE, ESCONDIENDO SU DESCONFIANZA) ¿Aquí es?
MEJIA : Aquí, sí. Pase. ¿Qué esperaba encontrar?
¿Un palacio?
SIMON : (FESTEJA RIENDO) ¡Un palacio!
Ridículo... Un palacio...
MEJIA : ¿O todavía sigue desconfiando...?
SIMON : (DESECHA LA SUGERENCIA CON UN GESTO
COLERICO) Déjese de macanas... ¡Termine con esa música, amigo! ¡Yo no tengo
miedo!
MEJIA : (BURLON) Adelante entonces. Entre y
cierre esa puerta. Se llena de mosquitos.
(SIMON SE AGACHA PENOSAMENTE Y RECOGE UNA
VALIJA DE BAJA CALIDAD QUE HABIA DEJADO A SUS PIES -POR CIERTO LE ESTORBA-.
LUEGO ENTRA Y CIERRA LA PUERTA. VISTE TRAJE Y CORBATA, TRANSPIRA COPIOSAMENTE
-SE SECA CONTINUAMENTE CON UN PAÑUELO ARRUGADO-; LA INDUMENTARIA NADA ADECUADA
LO EXPONE A SUFRIR AUN MAS LOS RIGORES DE UN FEROZ DIA DE VERANO)
MEJIA : Me parece mejor así... Sin
desconfianza...
SIMON : ¿Con llave?
MEJIA : No hace falta.
SIMON : ¡Mal hecho! Camino libre para los
ladrones. Esas herramientas que veo allí cuestan una fortuna... ¡Mucha
plata...!
(SIMON SE INTERRUMPE PORQUE MEJIA NO LO
ESCUCHA, SINO ABANDONA DE PRISA EL RECINTO Y DESAPARECE DENTRO DEL DEPOSITO. SE
OYE EL GOLPE DE UNA PUERTA AL CERRARSE)
(SIMON SUPERA SU FATIGA PARA ESPIAR CON
PREMURA E INQUIETUD POR TODOS LOS RINCONES, TAMBIEN LA COCINA Y EL DEPOSITO,
PERO SIN DEJAR LA HABITACION, ASOMANDOSE RECELOSAMENTE A TRAVES DE LAS PUERTAS.
NO DESCUBRE NADA PERTURBADOR Y ESA CERTEZA LO VA TRANQUILIZANDO. RECIEN PARECE
ADVERTIR LAS MOLESTIAS QUE LE PRODUJO LA VALIJA -CARGADA DE UN LADO A OTRO EN
EL CURSO DE SU RAPIDA INSPECCION-, Y LA ARROJA DESAPRENSIVAMENTE EN UN RINCON,
BAJO EL TELEFONO. LUEGO SACA UN ATADO DE CIGARRILLOS DEL BOLSILLO. EN ESE
MOMENTO REGRESA MEJIA, SE SIENTE OBLIGADO A OFRECERLE UNO, PERO CON AMABILIDAD
RETICENTE)
SIMON : ¿Fuma?
MEJIA : Gracias, no fumo.
SIMON : ¡Suerte, amigo! Apenas me quedan dos.
(SE LLEVA UN CIGARRILLO A LOS LABIOS, LO ENCIENDE) Despues tendría que bajar a
comprar.
MEJIA : (LO ACUSA, SEÑALANDO EL CIGARRILLO
CON UN DEDO) Ahí tiene la causa de que no pueda correr veinte metros sin caerse
al suelo.
SIMON : Cierto, sí... Pero quién consigue
dejarlo. Yo no aguanto sin fumar. Además a usted no se lo ve mejor que a mí.
MEJIA : Enseguida me recupero. ¿Tiene
necesidad de ir al baño?
SIMON : ¿Al baño? No, yo no.
MEJIA : Por cualquier cosa está allí, al
fondo. (SEÑALA EL INTERIOR DEL DEPOSITO) Yo no aguantaba más.
SIMON : ¿No hay nadie aquí?
MEJIA : (BURLON) Nadie que yo sepa... (INDICA
VAGAMENTE EL RECINTO Y LOS CONTIGUOS) Puede entrar y fijarse. Mirar debajo de
la mesa...
SIMON : (DESECHA LA PROPUESTA CON UN GESTO
MALHUMORADO) Si usted lo dice... Pregunté por preguntar... (MEJIA RIE MORDAZ,
NO LE CREE) Déjese de joder, ¿quiere?
MEJIA : ¿Por qué no se sienta? Póngase
cómodo. Lo veo muy tenso.
SIMON : (MASCULLANDO SU FASTIDIO) Y sigue con
la misma música.
(MEJIA LE DA LA ESPALDA. DE PRONTO GIRA,
RAPIDAMENTE, Y PATEA EL PISO CON UN PIE, LO QUE PRODUCE UN ESTALLIDO, PARECIDO
A UN DISPARO. SIMON SE SOBRESALTA, RETROCEDE A LA DEFENSIVA, SE CUBRE)
MEJIA : (RIENDO) ¿Ve? ¿Ve cómo tengo razón?
Tenso, un pedazo de acero... Si uno lo toca seguro que suena: ¡tiiinnn!, como
una cuerda de violín.
(SIMON QUEDA SIN ARGUMENTOS. SUSPIRA,
RECUPERADO DEL SUSTO, CONTENIENDO SU IRRITACION)
SIMON : ¿Dónde puedo sentarme?
MEJIA : (SEÑALA LAS SILLAS) Tenga cuidado,
algunas no están muy bien... Las patas rotas.
SIMON : (PROBANDO UNA SILLA) Con tal que
sirva para apoyar el culo... (SE SIENTA Y, ALIVIADO, ESTIRA LAS PIERNAS) La
corrida y esa escalera me mataron.
MEJIA : Esta es una casa muy vieja.
(SIMON SE ACARICIA LAS PIERNAS Y TERMINA
TANTEANDOSE LOS PIES, QUE SON LOS QUE REALMENTE LE DUELEN)
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