Odiémonos
dulcemente,
reprochemos
con elegancia.
Finjamos
indiferentes
con
educada arrogancia.
Fuimos
amantes antes
y
tu enemigo soy hoy.
El
desprecio que te doy
es
el precio del desplante
Seamos
civilizados
para
darnos el portazo.
Nunca
diremos fracaso.
Ternuras
nos han quedado
que
nos tienen encadenados
por
eslabones de abrazos.
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